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Foto del escritorMaría Eugenia Mondragón Cobos

Érase una vez una mega farmacia...

Sobre la avenida 20 de noviembre en el centro histórico de la Ciudad de México se encuentra un edificio cuya insignificante fachada oculta una de las más grandes maravillas arquitectónicas de la ciudad. Se trata del Hospital de Jesús, primer hospital fundado por Hernán Cortes en 1524; el más antiguo del continente aun en funciones y uno de los 10 hospitales más longevos en el mundo. Abrió sus puertas con un médico, un cirujano, un barbero, un enfermero mayor, una enfermera, una cocinera, un administrador y tres capellanes para dar servicio a españoles e indígenas sin distinción. Cortés financió su construcción y en su testamento ordenó que las rentas de sus inmuebles cubrieran los gastos del hospital, así lo hicieron sus descendientes hasta 1932.


"Diego Delso, delso.photo, License CC-BY-SA"

Este no fue el único, los españoles fundaron 128 hospitales en el siglo XVI, 9 en la ciudad de México, para leprosos, sifilíticos, enfermos mentales, etc. Cada uno de ellos a la vanguardia en su género. En 1563 Felipe II ordenó que todos los médicos del reino tuvieran título universitario y dos años de experiencia; hacía 40 años que había personal calificado en la Nueva España; hacía 12 que el propio hospital de Jesús vio nacer a la Facultad de Medicina de la Real y Pontificia Universidad de México (214 años antes que su símil en las 13 colonias, por cierto.) Otro de esos hospitales, el de San José de los Naturales, el mejor en su época, gestó al Real Colegio de Cirugía de la Nueva España. Fundado en 1529 para atender específicamente a los indígenas que enfermaron tras el contacto con los patógenos traídos del viejo continente. Este fue el primer hospital bajo tutela real, el cual operó hasta la Independencia de México.


Fue el mejor del mundo por muchas razones, primero por su tamaño descomunal y capacidad para atender pacientes cuando había epidemias. En perspectiva, el Hospital General de la Ciudad de México disponía en 2020 de 944 plazas; el de los naturales llegó a tener 700.


Los indígenas recibieron la atención y tratamientos a los que ninguna otra persona en el mundo pudo aspirar en su tiempo, los galenos utilizaban tanto lo que estaba a la vanguardia en Europa como la medicina tradicional indígena (plantas, temazcales, ingesta de atoles, etc.) Remedios que revolucionaron la medicina; al punto que, Carlos V envió a su doctor personal para que aprendiera a fondo la materia. Cuando la ruta de la globalización se completó en 1565 con el descubrimiento del tornaviaje, el hospital incorporó productos asiáticos y africanos con lo cual su botica se convirtió en la mas completa y moderna del mundo.


El nosocomio en el que se atendía en náhuatl, otomí y castellano, también destacó por su nivel de investigación e innovación; se practicaban autopsias masivamente profundizando en el conocimiento de la anatomía y formando extraordinarios cirujanos. Se documentaron todos los casos y se hicieron estadísticas por primera vez en la historia, así se pudieron identificar diferentes tipos de enfermedades y su evolución; y eso también nos permite tener evidencia hoy de la alta efectividad de los tratamientos empleados. Al amparo del hospital, la ciencia médica dio un gran salto.


El médico debía dar -por su mano con caridad y cuidado los caldos de sustancia a aquellos que estuviesen agravados, y demás clase de alimentos que juzgare conducir al alivio de los enfermos- decían las ordenanzas reales; el trato humanitario a los pacientes se extendía también a muchos pobres que encontraron techo y alimento ahí; ya que este y todos los hospitales virreinales tenían eficaces sistemas de financiamiento, lo cual les permitió funcionar y prosperar gratuitamente durante siglos. Los hubo muy ricos, Perú tenía una cama por cada 101 habitantes; y otros menos favorecidos, como en Guatemala donde era escuela en la mañana, hospital en la tarde y refugio en la noche, pero con todo y la pobreza del lugar, ahí Fray Pedro de Betancourt desarrolló una nueva área de la sanidad: la atención a los convalecientes.


En fin, ¿verdad que parece inverosímil que el señor presidente no pueda con una farmacia de cuarta? Alguna vez tuvimos el mejor sistema sanitario del mundo, mejor que el de Dinamarca, desde luego.


Bibliografía recomendada:

  • ROCA Barea, María Elvira (2019), Imperiofobia y leyenda negra, Madrid: Ed. Siruela.

  • GULLO, Marcelo (2021), Madre Patria, Barcelona: Ed. Espasa  

  • CORTES, Hernán (2021), Cartas de Relación, México: Ed. Porrúa


Fotografía: "Diego Delso, delso.photo, License CC-BY-SA"



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