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Foto del escritorJosé Miguel Guevara

Democracia y Rumbo

Actualizado: 12 jul 2022

En materia política los últimos veinticinco años en México han sido una montaña rusa de emociones que nos han llevado del anhelo, a la sensación de triunfo, al desencanto, al enojo y al descontrol. Sentimientos todos muy justificables, dado los acontecimientos muchas veces inesperados en esta materia.


Nuestra sociedad se contagió ventajosamente del deseo de participar en el movimiento de transición a la democracia que se extendió por una buena parte del mundo. Naturalmente, esto dio origen a abundante literatura sobre ello, nosotros pusimos nuestro grano de arena con dos libros publicados: DHIAC, cimientos para la democracia y Democracia y rumbo.


La hegemonía que el partido gobernante ejerció por setenta años se vio retada con firmeza tanto por grupos de lo que suele llamarse derecha como por grupos de la izquierda, respuestas a esa voluntad de participar en la toma de decisiones trascendentes sobre las acciones de gobierno.


Ciertamente había una ola de cambios en la forma de gobernarse de muchos países, Sin embargo, este aliento no llegó a una sociedad satisfecha con sus experiencias políticas, por el contrario, la sucesión de administraciones incompetentes había crispado a la ciudadanía que se levantó para exigir el cambio hacia una forma de gobierno responsable y democrático. Dos notables ejemplos de los logros ciudadanos son la independencia del Banco de México y la creación del IFE ahora INE (Instituto Nacional Electoral).

La consciencia de vivir con un malestar suele mover al cambio, reconocimiento de síntomas, llegar a la cura correcta es el siguiente paso del proceso de mejora, ser atinado con la solución. Honestamente aún estamos en esta fase.

La transición a la democracia ha sido exitosa parcialmente, si, en una mejor definición de las responsabilidades de los tres poderes y de las acotaciones constitucionales al Ejecutivo, igualmente con hacer independiente del gobierno los procedimientos electorales con la creación del IFE ahora INE, sin embargo, el retraso cultural en este tema aun no ha sido abordado con claridad y con los medios necesarios.


Los ciudadanos participamos en los procedimientos democráticos conforme nuestra cultura, no podría ser de otro modo, por ello para completar la verdadera transición a la democracia, anhelo que estamos en riesgo de perder, necesitamos trabajar por instalarnos en una verdadera cultura democrática.


La cultura democrática exige responsabilidad permanente, bases firmes reconocidas por la mayoría de los ciudadanos, así como la generosidad necesaria para vivir en comunidad con nuestros conciudadanos. Esto no es todo, son notas básicas para iniciar el proceso.


De las tres características arriba mencionadas me permito abundar con lo último señalado, superar la actitud egoísta que quebranta el estado de derecho y que inhibe la igualdad ante la ley.

Dicho con claridad: debemos querer vivir en un régimen democrático, régimen que solamente puede sostenerse si el Estado de Derecho es irrestrictamente respetado. En ningún país se ha accedido a la vida democrática sin antes consolidar previamente la igualdad ante la ley, no privilegios, privilegios que capacidad económica y conexiones políticas suelen proporcionar.

Las bases firmes las aporta la Ley Natural, leyes que por su evidencia deben ofrecer un soporte común y la responsabilidad permanente es un esfuerzo ciudadano que no termina con la votación responsable, pide una vigilancia permanente sobre los que tienen puesto de poder y que sin duda por la misma naturaleza humana necesitan del apoyo de la vigilancia.


De una manera accesible y clara trato estos temas en mi libro con el título que llevan estos renglones: Democracia y rumbo, como arriba dije.


La sección dedicada a Rumbo es un corto ensayo sobre Geopolítica, breve introducción y comentarios acerca de las carencias que en este tema tenemos como país.

México tiene lugar de privilegio en el aspecto geográfico, acceso a dos océanos, gozne entre la américa anglosajona y la américa hispana, además, el hecho de tener tres mil kilómetros de frontera con un país hegemónico, lo convierte en un buen lugar geopolítico.

En la actualidad la intensa comunicación comercial ha despertado parcialmente esta conciencia, sin embargo, no existe realmente una planeación geopolítica mexicana que integre esfuerzos privados y gubernamentales para aprovechar bien nuestra posición en el globo terráqueo.



 
Artículo publicado en la revista digital Forja.
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