Honestamente no es fácil vivir sin preocupaciones.
A muchos ciudadanos nos preocupa particularmente el nombramiento de Mario Delgado como el seleccionado para ser secretario de educación pública en el sexenio que dirigirá Sheinbaum cuando llegue a ser presidente de la República, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le otorgue su certificado.
¿Por qué nuestra preocupación?
Puede decirse que Delgado ya ha ocupado por corto tiempo un puesto de ese tipo durante el gobierno de Ebrard como responsable de educación en la Ciudad de México, pero, ¿eso lo califica para una responsabilidad nacional de esa naturaleza?
Por su trayectoria política se podría haber esperado que fuera secretario de gobernación; sus estudios básicamente son de economía y su carrea pública está más vinculada a la acción política, diputado, jefe de partido.
A lo largo de las campañas quedó claramente establecido que la mayor preocupación de los mexicanos hoy es la seguridad. Problema que no se resolverá con más policía o con penas mayores o con Harfuch como secretario de seguridad o jueces electos por el pueblo, la solución raíz a la inseguridad es la educación.
¿Cómo puede hacerse de cargo de la educación de nuestro país un hombre al que hemos visto comportarse sin mesura ni respeto por otros ciudadanos a lo largo de meses de campaña? Sus intervenciones han sido radicales, sesgadas y poco delicadas. Lo mínimo que podemos pedir a quien se responsabilice de ese ramo es que su ejemplo de conducta mueva a la convivencia, no al conflicto.
Sus primeras declaraciones en relación al nombramiento tienen más un carácter político administrativo que algo relacionado con la educación. Lejos de un Vasconcelos, de un Torres Bodet.
Los estudios de comportamiento humano nos enseñan que la conducta del hombre es fruto de la educación que recibe, si nos preocupa la presencia creciente del crimen en amplias áreas de México, la solución está en la educación.
¡Cómo no vamos a estar preocupados si la educación pública se pone en manos de un hombre que carece de credenciales para esa labor que tiene mucho de apostolado!
Por otro lado, aunque no lo diga, ¿cómo no va a estar preocupada la Dra. Sheinbaum de no recibir del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el correspondiente certificado como presidenta electa?
Ganó las elecciones después de cinco años de que López preparara el clima nacional para ello, pero ahora no está completo el tribunal que debe extenderle el certificado que lo confirme.
¿Cómo no va a estar preocupada si sabe que eso puede corresponder a un chantaje cuidadosamente montado?
Resulta que entre Sheinbaum y López hay un juego perverso que todos conocemos: Calles versus Cárdenas o Cárdenas versus Calles.
Por un lado López en su insaciable ambición de poder supo y pudo llevar a Sheinbaum a la condición de ganadora de las elecciones presidenciales, de manera que si ella se sienta finalmente en la silla presidencial, se lo debe a él y por lo tanto “se la debe” y queda comprometida. Una forma de prolongar su mandato.
Pero una vez que se siente en la silla, ella podría expulsarlo del país así como Cárdenas expulsó a Calles. Solamente que él también lo sabe y ha tomado sus precauciones. ¿Quién ganará?
Por vía de mientras López quiere que en el mes de septiembre en que Morena o sea él, volverá a tener mayoría calificada en el Congreso, se aprueben leyes a su capricho que harían incómodo el mandato de Sheinbaum.
Ella podría contar con que la Suprema Corte anulara las reformas en octubre, pero si las reformas tiran a la actual Suprema Corte ya no habría manera.
Sin duda será interesante conocer el resultado del perverso juego, lástima que nosotros saldremos perjudicados en medio de las ambiciones de dos personas que no respetan la autoridad que se les ha confiado.
