Seguramente serán pocos lectores de estos RENGLONES quienes recuerden el clima con el que terminó el sexenio de Echeverría en 1976 y el tono que el candidato del PRI, López Portillo, tomó para su campaña. Para saber algo se puede consultar a personas de edad que lo vivieron y a las hemerotecas.
De inicio hago notar que ambas personas provenían del partido oficial, el PRI, el
instrumento político de la familia revolucionaria, misma propuesta política, sin embargo, el tono de la campaña del segundo fue de deslinde de su predecesor. Echeverría terminó en conflicto con más de medio pueblo, empresarios, grupos ciudadanos, Iglesia Católica, ambicionando ser secretario general de la ONU y expropiando terrenos en los que llegó a incluir un cementerio. López Portillo buscó reuniones con todos los ofendidos y les dijo lo que querían oír.
La explicación es sencilla, el grupo dominante, se ha caracterizado por una fina
sensibilidad a los intereses y sentimientos de los grupos civiles organizados y ha sabido coptarlos o encontrar equilibrios razonablemente satisfactorios para todos. Años después en 2000 bajo la fuerte presión ciudadana que logró la independencia del Gobierno para organizar y juzgar las elecciones, el IFE ahora INE, tuvieron que aceptar un paso hacia la Transición a la Democracia, tomaron el riesgo y lo pagaron con dos periodos de gobierno independiente.
Es importante tener esto presente porque estamos viviendo circunstancias más o menos semejantes, el sexenio pinta para terminar en medio de grandes insatisfacciones, con un profundo deseo de cambio de rumbo y de discurso de la ciudadanía. Por eso existe el riesgo de que el mismo grupo dominante con la lección aprendida, nos ofrezca un señuelo como “cambio” para evitar un verdadero avance hacia la democracia, como se consigue cuando pugnamos por ello .
Si miramos con detenimiento el panorama político podemos identificar algunas posibles vías para que lo logren y por ello debemos considerar cuál podría ser la verdadera alternativa ciudadana para avanzar en la multicitada en otros tiempos «Transición a la Democracia» y aun deseada.
Repito lo ya dicho en otros renglones, los partidos nos pertenecen, el dinero que nuestro sistema les asigna es dinero nuestro. Como ciudadanos no miembros de partidos, pero pagadores de impuestos, debemos estar pendientes de a quien se elija candidato para representarnos en la contienda para el ejecutivo federal, debe ser una alternativa para retomar el camino del progreso y abandonar el de retroceso, debe inspirarnos confianza verdadera.
Si la alianza opositora sobrevive a las elecciones para gobernador del Edomex, o se
reconstituye para las elecciones de 2024, es importante que no se use para dar paso a un candidato a modo para el grupo dominante. Tiene que ser un político limpio del único partido que, a pesar de errores y caídas, sigue siendo el único que ofrece una plataforma con sentido humanista: el PAN.
Este partido no puede aceptar ser manipulado a la hora de diseñar la manera de escoger candidato, de los tres que la conforman es el que tiene la mayor representación en el Congreso, la mayor representación ciudadana, debe pesar más en la elección a la hora de escoger candidato.
Por otro lado, si la Coalición se dispersa, entonces la elección se resolverá dentro de este partido solamente, así escogerán a uno de sus miembros y remotamente a un ciudadano independiente. Ya algunos de sus miembros han dado un paso hacia adelante declarando que están interesados en ser el candidato a la presidencia para 2024. Después de mirar la experiencia histórica de los que se han pronunciado me parece que el más calificado es Romero.
Juan Carlos Romero H. es bien conocido en su estado natal Guanajuato, del que fue gobernador y también a nivel nacional en muchos ámbitos de la sociedad, en la Academia, fue rector de la Universidad de Guanajuato y director de CONACYT. La universidad logró la autonomía durante su gestión.
Su actuación como legislador en los dos niveles del Congreso, tanto como senador, como diputado, le ha permitido interactuar con dirigentes de vecinos, de grupos de mujeres, de cámaras profesionales, con empresarios y autoridades religiosas y militares. Su candidatura seguramente contaría con amplio respaldo de la sociedad civil.
No me parece que la “ley del péndulo” tenga verdadero fundamento, pero Romero es una magnífica alternativa competente como político, honrado y preparado.
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