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Foto del escritorJosé J. Castellanos

La oposición en el pantano

Actualizado: 4 jun 2023

A grandes pasos se acerca el tiempo para el inicio de la campaña electoral para las elecciones de 2024, que serán las más grandes de nuestra historia, tanto por el número de ciudadanos con derecho a participar, —más de 96 millones—, como la cantidad de puestos que se disputarán, tanto a nivel federal como local, y desde la Presidencia de la República a presidencias municipales. Es mucho lo que está en juego.


Foto: Freepik

Lo que más llama la atención tradicionalmente, es la elección del Presidente de la República, tanto por la importancia del cargo de quien es jefe de gobierno y jefe de Estado, como por la tradición presidencialista gestada en el Siglo XX que no ha dejado de operar, pese a que en el pasado reciente surgieron contrapesos efectivos y que ahora están amenazados.


En una democracia pluralista, no es de extrañar la existencia de partidos de distintas ideologías y con distintas propuestas de gobierno. En ocasiones el peso se lo lleva lo primero y en otras lo segundo. Cuando las ideologías se sobrestiman, el riesgo es que si quien las plantea resulta ganador, se siente con derecho a imponerlas a todos de manera uniforme, independientemente del porcentaje de los votos que lo llevaron al cargo. Cuando triunfa una propuesta de gobierno, es más fácil unificar voluntades con una visión práctica de lo que conviene a un país en un momento determinado. Los programas son negociables, las ideologías suelen ser rígidas.


Como quiera que sea, en los estados modernos donde existe el llamado estado de derecho, se cuenta con una Constitución o norma fundamental que es el marco de acción de gobernantes y gobernados, es la referencia fundamental. De acuerdo con la tradición jurídica las constituciones se rigen por una parte dogmática y otra orgánica. La primera es la que contiene los principios básicos y los derechos, en tanto que la segunda de la organización del Estado. Se podría decir que la parte dogmática es un elemento de coincidencia para todos, en tanto que sobre la segunda se pueden presentar diferencias. Pero como quiera que sea, las leyes que se aprueben en el Congreso deben ser congruentes con la Constitución.


Bajo los anteriores principios es como diversos partidos pueden hacer alianza sin renunciar a los propios, y sobre esa base entendemos que la oposición quiere unificarse para ir unidos en la próxima elección para evitar la reelección de la alianza Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde, ahora -supuestamente- sin el apoyo de Movimiento Ciudadano, que sí formó parte de la alianza en el 2018.


Sin embargo, hasta el momento, la oposición está hecha bolas y no logra encontrar argumentos para convencer a la ciudadanía de que es posible ir juntos a una elección, cuando en el pasado fueron rivales acérrimos y tienen posiciones ideológicas diferentes y hasta encontradas. Lo cierto, es que todo ello los podría separar, pero el riesgo de que Morena repita en 2024 y siga socavando al país, es una causa superior que los unifica.


Ahora bien, lo importante es contar con un programa y candidato que, sobre la base de que todos son mexicanos y se rigen por el mismo ordenamiento constitucional, elaboren, presenten y promuevan un programa común aceptable por ellos y los ciudadanos a quienes convocarán a votar. Lo segundo es que nombren a un candidato que no lleve sobre los hombros el desprestigio de sus gobiernos del pasado, de una trayectoria honorable, con capacidad intelectual y política, y prestigio en diversos ámbitos de la sociedad.


Para lo segundo es necesario un método de análisis de la trayectoria de quienes han levantado la mano, independientemente de su partido de procedencia, o de la sociedad civil. Caer en fórmulas fantasiosas como las que dio a conocer Marko Cortés recientemente al solicitar a los aspirantes de su partido a recolectar 1 millón de firmas argumentando “Es ir a echarlos a andar, provocarlos a que trabajen con todos para ver de qué cuero salen más correas”, significa un desgaste personal que bien podría realizar cualquiera de los aspirantes para ir como candidato independiente. Además de que ni hay tiempo ni recursos para una tarea como la que propone el impresentable dirigente del PAN, y que algunos ya califican de ilegal.


Sabemos que una adecuada campaña, con todos los apoyos que significaría la alianza, permite posicionar a quien sea el candidato común. Para ello existen técnicas de comunicación política y de promoción electoral que lo hacen posible, no sólo por la acción en tierra, sino mediante el instrumento que hoy son las redes sociales.


Los partidos en lo interno y entre ellos, están empantanados en discusiones bizantinas, mientras los bárbaros tocan a las puertas. Así ocurrió cuando en Bizancio se enfrascaban en discusiones irrelevantes, mientras los otomanos amenazaban con la toma de la ciudad, lo cual ocurrió el 29 de mayo de 1453. La caída de Constantinopla es considerada como el fin de la Edad Media. ¿Qué significaría para México el nuevo triunfo de Morena, que bajo la bandera de la transformación se dedica a destruir instituciones y a deformar las leyes? Ya es hora que la oposición salga del pantano, pisen tierra firme atendiendo a las demandas de la sociedad, olviden sus afanes protagónicos, piensen en México y presenten los dos elementos ya señalados para que la ciudadanía los conozca con oportunidad y tome las mejores decisiones posibles.


Imagen: <a href="https://www.freepik.com/free-photo/children-are-walking-barefoot-mud_5469354.htm#page=2&query=huellas%20lodo&position=3&from_view=search&track=ais">Image by jcomp</a> on Freepik

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