Los tiempos se están cumpliendo y en pocos días se dará fin al periodo que los precandidatos del Frente Amplio han tenido para recabar las firmas que los acrediten para pasar a la siguiente etapa.
Las condiciones para inscribirse en este proceso han sido bien establecidas y de esta forma se está construyendo el padrón que servirá para la selección final en septiembre de la persona que represente la propuesta del Frente Amplio.
De acuerdo con la información disponible, de los más de diez inscritos, cuatro son los que han avanzado más en número de apoyadores: Gálvez y Creel por el PAN, así como, Paredes y de la Madrid por el PRI. Los cuatro tienen sus méritos. Ahora bien, dado que solamente serán tres los finalistas es interesante observar cual puede ser la composición de esa terna, porque sin duda un dos a uno reflejará fuerza del instituto político que quede mejor representado.
Podemos decir que los que veamos con mejor voluntad la historia y plataforma del PAN que la del eterno PRI, haríamos bien ahora en seleccionar a Santiago Creel, ya que Xóchitl Gálvez ya ha sobrepasado el número de selecciones para formar parte de la terna finalista.
Por otro lado, sin salirnos del tema, solamente mirando otro de los ángulos de la situación, es verdaderamente preocupante el abstencionismo en las votaciones oficiales, particularmente el de los jóvenes entre 18 y 39 años, quienes representan el 50% del padrón electoral.
La información de credencialización que nos participa el INE nos permite saber que, de las personas con posibilidad de votar, algo menos del 70% tienen una credencial que corresponde a su domicilio actual, que 24% tienen domicilios diferentes al lugar en donde viven y que más o menos un 8% carecen de credencial del INE. Un pronóstico de abstencionismo nada agradable.
Ciertamente los más jóvenes son ajenos a la lucha ciudadana que concluyó con la ciudadanización de las elecciones, desconocen que antes de agosto 22, 1996, fecha en que el IFE se convirtió en autónomo, las elecciones eran organizadas y calificadas por el gobierno, lo que resultaba en que uno de los “jugadores” era también el árbitro, no había credencial con fotografía ni control de las urnas.
¡claro! Eso permitió al entonces partido oficial permanecer setenta años en el poder.
Vale la pena emprender una campaña personal de los que conocimos y/o participamos en esas luchas, buscar jóvenes de nuestro entorno a los que relatemos de manera vívida cómo fue ese control en muchas ocasiones descarados, “se cayó el sistema” y cuan ardua la brega para lograr la ciudadanización de los procesos electorales. Que, en verdad, HOY cuentan y se cuentan los votos por nosotros mismos los ciudadanos electores, que vale la pena participar.
El esfuerzo tiene sentido porque a todas luces es evidente que el actual mandatario en el ejecutivo federal tiene todas las intenciones de recuperar ese control en su provecho, así podría colocar en los poderes a cómplices de sus intereses, en perjuicio de los que no formamos parte de ese grupo.
Ciertamente las elecciones de 2024 tendrán una gran trascendencia para nuestro futuro, no podemos desentendernos.
