Un ex priista pero con la ideología más rancia del PRI ha logrado el apoyo de la mayoría. Entre los factores que explican el “gran engaño” están:
El clientelismo vía los programas sociales, que no buscan disminuir la pobreza sino comprar votos. Para financiar dichos programas se utilizaron recursos de fondos precautorios y se desaparecieron programas que estaban destinados a los verdaderamente más pobres de la sociedad. El argumento fue “sin intermediarios este dinero te lo da el presidente”.
El ataque sistemático durante seis años, seis días de la semana, a sus opositores y los organismos que representan un contrapeso a sus acciones de gobierno, desacreditándolos ante la opinión pública.
La construcción de una falsa narrativa de austeridad y combate a la corrupción, la cual solo se figuraba en el discurso porque en los hechos la corrupción y el derroche aparecieron constantemente pero eran justificados como las “calumnias de nuestros enemigos”.
La construcción de la narrativa de lucha de clases; “el gobierno defiende a los pobres de las oligarquías y los delincuentes de cuello blanco”. Nunca se probaron sus acusaciones pero si hay pruebas de la corrupción de gente cercana al presidente.
La justificación automática de que los problemas se generaron en gobiernos anteriores pero que se estaba trabajando en ellos. La estrategia incluyó el ocultamiento y manipulación de datos, en el discurso diario se decía “vamos muy bien”.
¿Quienes apoyaron al presidente?
Los sectores que principalmente dieron su voto a la continuidad fueron los de menor nivel de ingreso, los de menor grado de escolaridad y los adultos mayores. Precisamente a quienes fue dirigida la campaña matutina durante seis años.
¿Qué acciones de gobierno están por venir?
La eliminación de los poderes autónomos en cualquier democracia, Suprema Corte, Autoridad Electoral, organismos de rendición de cuentas, la eliminación de opositores, en resumen; la creación de un estado hegemónico como el que gobernó el país durante 70 años y que fue muy difícil de remover.
¿Cuál es la perspectiva para el próximo sexenio?
En lo económico es bastante desalentadora. Los fondos (guardaditos) con los que contó el gobierno en 2018 se agotaron. El déficit gubernamental al que se tuvo que recurrir en 2024 es extraordinariamente alto para poder continuar con los subsidios a PEMEX y CFE, así como con los programas sociales. Ya no hay dinero. Por otra parte, la inversión privada está muy cautelosa de invertir si se concretan las reformas anunciadas por el gobierno.
En lo social la perspectiva tampoco es alentadora, principalmente por el avance del crimen organizado y de la delincuencia común. La pasividad, negligencia o complicidad para combatir el crimen ha llegado a niveles inauditos. Hasta el momento no se percibe un cambio de estrategia.
Lo que se puede anticipar es que el próximo sexenio enfrentará retos mayores a los que ha enfrentado el gobierno actual.
La experiencia de un gobierno hegemónico dueño de la industria energética y que consigue votos vía los programas sociales ya fracasó en el pasado y a un costo muy alto. Desgraciadamente las crisis económicas perjudican más a los pobres.
El combate a la pobreza debería enfocarse a los sectores más necesitados sin ningún lucro electoral, y el desarrollo del país basarse en creación de empleo, educación y capacitación en un verdadero estado de derecho donde el gobierno tenga contrapesos y la obligación de transparencia y rendición de cuentas.
Vota responsablemente.
