Sin duda hay temas claves que captan nuestra atención cada día, de los apremiantes, seguridad, economía, salud, de los de fondo y de largo plazo: educación, desarrollo.
¿Dónde pongo democracia, es apremiante o es profundo y de largo plazo?
Honradamente me parece que hay que escribirlo en los dos rublos.
Apremiante porque tenemos fechas delicadas enfrente, además de las elecciones en dos estados, uno particularmente clave, el Edomex, en 2023 se debe reemplazar a dos consejeros del INE que se han mostrado profesionales en situaciones difíciles en lo que va de esta administración, los nuevos deben escogerse con certeza. Mantener independiente al INE es crucial para nuestra vida democrática. Por supuesto, el buen manejo de las elecciones de ejecutivo federal y legisladores en 2024, lo es aún más.
De fondo y de largo plazo porque tenemos que defender la Democracia, así con mayúscula, no solamente en las leyes y las instituciones, sobre todo en la cultura.
En una sana lógica las leyes deberían ser una expresión de la cultura que el pueblo vive y que con la finalidad de establecer un marco de referencia para su convivencia se da normas con las cuales establecer el Estado de Derecho.
Cultura y leyes están vinculadas, por ende, la vida democrática que se rige por
reglamentación, por leyes. Influir en la población imponiendo leyes para modificar la cultura lo han intentado gobiernos totalitarios, sin embargo, si la cultura del pueblo es fuerte, fracasan. En la segunda mitad del pasado siglo claros ejemplos de esto han sido los esfuerzos del gobierno soviético de imponer el comunismo por medio de sus leyes a Polonia, Hungría y otros países más de Europa Central que secuestraron, pero, tan pronto se liberaron de su bota, repusieron con firmeza y alegría su fondo cultural.
El aspecto constructivo de esa relación cultura–leyes lo hemos visto en otros ejemplos y lo estamos procurando para nosotros los mexicanos. Países de Oriente sin tradición cultural democrática han tenido la voluntad de incluirla en su manera de vivir y lo han logrado: Japón, Corea del Sur e India son buenos y exitosos ejemplos.
Nosotros después de setenta años de dominio del grupo controlador, diez de desorden revolucionario y treinta y tantos de porfiriato no tenemos tan arraigada la vida democrática en nuestra cultura, algo se ha afianzado como semilla y hemos sido lo suficiente juiciosos para darnos leyes que perfeccionen este estilo, pero debemos arraigarlo más y en estos momentos en particular defender los logros alcanzados en esta materia.
Sí, es un tema de fondo y largo alcance, porque no es posible vivir en Democracia si no se respeta a cabalidad el Estado de Derecho.
Hoy hemos visto afectarse este marco nada menos que por el Poder Judicial que se ha sometido a los intereses de un Poder Ejecutivo irrespetuoso de la separación de poderes.
Esto ha venido a sumarse a la ya existente maraña de leyes diseñadas de suerte que
resulten imposibles de cumplir, para que todo ciudadano pueda ser infractor y sea el gobierno controlador el que decida quien, sí es delincuente y quien no.
La situación viciosa es compleja porque la ha producido un abuso al más alto nivel del poder. Ciertamente nuestro Estado de Derecho ha sido frágil por años a causa de viejas prácticas corruptas arraigadas en nosotros, atajos para resolver no solamente trampas legales, también situaciones justas de manera abusiva.
La solución, la salida, exige esfuerzos a varios niveles, por eso arriba dije que este tema hay que colocarlo tanto en los inmediatos, 2023 y 2024 que están muy vivos en redes, prensa y conversaciones, como en los temas de largo aliento.
Incidir en nuestra cultura para convencernos del valor de respetar a todos niveles el Estado de Derecho. Señalar con firmeza los abusos de los poderosos, desde el jefe del Ejecutivo Federal que no respeta la división de poderes, y por supuesto, hasta cada uno de nosotros que no busquemos el atajo para eludir nuestras responsabilidades. Esto un esfuerzo mucho más serio.
Verdaderamente es un tema de fondo que exige la participación honrada de todo
ciudadano, claro, sin olvidar los otros temas que nos hacen sentir mal, que estamos mal gobernados.
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