Ahora está definido el ganador de las elecciones en Brasil.
Por un punto porcentual y décimas el presidente electo para tomar funciones el primero de enero en ese país es Luis Inácio da Silva, popularmente conocido como Lula.
Lula y su equipo se han mostrado felices en los noticieros, el resultado fue a su favor, sin embargo, no cabe duda de que un triunfo con una diferencia tan ajustada es un reto bastante serio para cualquier gobernante, la mitad de su población votante no deseaban que el gobernara y muchos lo están manifestando en las calles. Además, en el Congreso su partido no tiene suficiente presencia, el Centrao, el partido del derrotado Bolsonaro, puede imponerse en las votaciones.
Este es el mismo fenómeno que se dio en Colombia, Petro tiene una orientación política diferente a la del Poder Legislativo. Más al sur, en Chile, después de entregar sus votos a Boric para llegar a la presidencia, los ciudadanos rechazaron la propuesta de Constitución considerada de izquierda, como respuesta el presidente ajustó su gabinete.
¿Cómo debemos entender estas particularidades? ¿es acaso que ciudadanos bien
educados en política logran un equilibrio impidiendo que una sola orientación domine el gobierno de su país? Puede ser, muy bien.
También podría ser que los gastos en mercadotecnia sean particularmente fuertes en las campañas a la presidencia, de manera que logren entusiasmar, despertar pasiones en los votantes semejantes a las que se logran en los deportes por uno otro “campeón”, mientras que los votos por legisladores localizados en regiones mucho menores son entregados con algo más de atención y menos pasión.
Como quiera, la realidad es que algunos de los presidentes que se suelen calificar de izquierda, más bien populistas, no tienen las manos sueltas.
A los entusiastas de esas posiciones obsequiosas o de “izquierda dadivosa” este último resultado los lleva a decir, ¡ahora toda América es de izquierda! O sea que la izquierda es inventar derechos y regalar dinero en lugar de promover la creación de riqueza, la socialdemocracia alienta la producción de riqueza para tener que distribuir. Vaya hasta a Biden, demócrata, quieren meterlo en esa canasta. ¿es verdad esto? ¿qué significa en realidad?
De entrada, vale la observación hecha arriba, prácticamente en ninguno de los casos los resultados han sido avasalladores, hay algunos millones entusiasmados por líderes populistas ofrecedores de prebendas y derechos, pero no todos los votantes; más bien por estrechos márgenes, políticos mercadólogos sabiendo manejarse bien en las reglas del juego democrático toman puestos de poder y en varios casos los utilizan para sus personales intereses, perpetrarse en el poder, corruptelas. Los casos de corrupción no son aislados.
En nuestro México las agresiones al INE, ahora en forma de “reforma”, está dirigida a asegurar que el actual grupo en el poder pueda continuar. No le basta al partido oficial con la renovación de cuatro consejeros que debe hacerse en 2023 y en la que tendrá grandes oportunidades, además, quieren un INE a modo, solo faltaría que pusieran encargado al hombre que se le cayó el sistema oportunamente ¿Cómo debemos entender esa división, cómo logran esa polarización en la población?
Ningún sistema político o económico es perfecto. Son útiles los contrapesos, la división de poderes, por supuesto, pero, el ingenio humano puede encontrar la manera de burlarlos si así lo desea, finalmente ¿Quién vigila a los vigilantes?
Los sistemas solamente funcionan creando bien común si los hombres prefieren el bien, porque lograr el bien siempre es arduo; la Historia puede ilustrarnos ampliamente. El fondo de la crisis de los sistemas democráticos, de la orientación social que estamos viviendo, es el resultado de una batalla por la cultura, la cultura de crear esforzadamente y la cultura de recibir cómodamente.
En el hombre existe un misterio, una dualidad. Del fondo de los tiempos, los tlatilcas lo percibieron y lo representaron con una figura cuya cabeza muestra dos rostros con diferentes expresiones. Rubén Darío pone en boca de San Francisco esa verdad que todos entendemos: “en el hombre existe mala levadura”. R. L. Stevenson exagera la misma idea con su doble personaje el Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Los católicos sabemos que los hombres tenemos concupiscencia, una inclinación al mal, a la conveniencia, antes que al esfuerzo, que puede, debe, controlarse con educación, educación justo en el esfuerzo.
Los regímenes populistas que ahora se autoproclaman “socialistas” suelen acanallar a sectores del pueblo con la entrega de dádivas y la oferta de derechos que alejan del esfuerzo, del trabajo y del ahorro y procuran extraer los fondos vía impuestos y “donativos” de los que aprovechan ese clima a su favor. Eso no es socialismo liso y llano, no es socialdemocracia, menos es socialcristianismo.
Ante una falta de educación que sirve para crear este clima, la respuesta es educación sobre todo en valores, esa es la salida para una sociedad justa.
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